SALA DE TRATAMIENTO
Página personal de Avelina García Colmenero
miércoles, 10 de diciembre de 2025
PATRIMONIO 1
ÁNGELES E INSECTOS
Este cotidiano permanecer de los insectos,
¿de dónde tanta luz en las almenas?
Aún invierno. Aletean, se posan
en los párpados de las fotografías,
no protestan frente a la majestad
luminosa de otro atardecer
podrido entre las pausas de la nieve.
Huyen del nido, buscan la lumbre
del cálido seno para morir.
Ahora comprendo
la hermosa fugacidad
de los ángeles que me visitan.
martes, 9 de diciembre de 2025
martes, 16 de enero de 2024
AÚN NO SE LO HE DICHO A MI JARDÍN
miércoles, 21 de junio de 2023
GESTIÓN DEL TIEMPO
Es un comentario repetido estos días, la necesidad de que gestione bien el tiempo que me va a quedar libre, o no, a partir de este verano. La jubilación tiene eso: todos opinan sobre lo que te conviene.
Haciendo limpieza en el ordenador y en el departamento me he encontrado con mi nefasta gestión del tiempo durante cada curso. Papeles repetidos, archivos por triplicado. Algunas otras joyas también. Cuando empecé a publicar blogs para mis clases no suponía que tendría abiertos cinco blogs, entre personales y didácticos.
Y otros que ya no existen, porque eran pruebas literarias o de fotos.
Recuerdo las palabras de Marco el día de año nuevo:
tres propósitos,
aprender a cocinar
practicar más deporte
escribir poesía
Lo demás es resta, no patrimonio.
OUI💜
jueves, 14 de mayo de 2020
EL INTERIOR HOLANDÉS
domingo, 19 de enero de 2020
EL FRÍO
martes, 25 de noviembre de 2014
VENTANAS CEGADAS
domingo, 3 de mayo de 2009
ORACIÓN EN COLUMBIA UNIVERSITY

ORACIÓN EN COLUMBIA UNIVERSITY "
Cuaderno de Nueva York
de José Hierro
Bendito sea Dios, porque inventó el silencio,
y el chirrido de la chicharra,
y el lagarto de fastuoso traje verde,
y la brasa hipnotizadora
(horizontal crepúsculo pudo haberla llamado
don Pedro Calderon de la Barca en el declive del Barroco).
Bendito sea Dios que inventó el agua,
el agua sobre todo.
Bendito sea Dios porque inventó el amanecer
y el balido que lo poblaba.
Ahora vuelvo a escuchar aquella melodía.
El arroyo arpegiaba sobre cantos rodados,
hacía el contrapunto.
Suena el concierto en mi memoria.
O puede que se trate
de una música diferente:
la que escuchó, primero, entre los arrayanes de Granada
Federico García Lorca,
y luego aquí, rescatada,
en Columbia University.
Bendito sea Dios que inventó los prodigios
que contaba mi padre
perfumado de espliego y de tomillo.
Eran historias de ciudades mágicas
en las que el agua circulaba
por venas de metal, agua caliente y fria
(nos lo contaba al borde del regato,
helado en el invierno, seco en estio:
'Venga, a lavarse, coño, guarros'.
Y obedecíamos).
Bendito sea Dios porque inventó la cabra
-la cabra que rifaba por los pueblos-
mucho antes que Pablo Picasso,
con barriga de cesto de mimbre
y tetas como guantes de bronce.
Maldito sea Dios porque inventó el estaño
parpadeante del olivo,
ramas y tronco de Laoconte,
y aquella sombra tragica de catafalco y oro:
un rayo congelado en la mano siniestra
y en la diestra un crepúsculo.
Maldito sea Dios porque inventó a mi padre
colgado de una rama del olivo poco después de recogerse la aceituna.
No puedo perdonárselo.
Pero eso fue mas tarde.
Antes fueron los niños.
Bendito sea Dios que inventó aquellos niños,
vestidos como príncipes o pájaros.
Con voces de cristal, 'Papá', decían a su padre.
Bendito sea Dios por inventar una palabra
milagrosa, jamas oída,
y su padre correspondía
con vaharadas de ternura.
Maldito sea Dios, porque yo quise
arrezagarme en la ternura
pronunciando la mágica palabra
entonces descubierta. '¿Papá?', 'Mariconadas,
si te la vuelvo a oir te llevas una hostia'.
Bendito sea Dios porque inventó los años,
1970, 1980, 1990...,
inventó el fuego, el oro viejo
de los arces de otoño,
y estos ríos profundos como penas,
largos como el olvido o el recuerdo,
hospitalarios, generosos,
por los que la ciudad va navegando
hasta la mar, que es el morir.
¨¨Bendito sea Dios que inventó libros sabios.
Se daba nombre en ellos
a lo que antes no lo tenia.
Bendito sea Dios porque inventó licenciaturas
masters, campus con risas y con marihuana,
laboratorios y celebraciones
con cantos en latín, gaudeamus igitur,
todo situado en niveles distintos del tiempo.
Bendito sea Dios que inventó la memoria
y que inventó el silencio de este lugar aséptico,
y las venas metálicas ocultas
en las que el agua espera
unas manos liberadoras que les devuelvan su canción.
Ahora sé que mi padre está vengado.
Mi padre, descolgado del olivo
pronuncia con mis labios las palabras totémicas,
y se estremece este recinto sagrado.
'Coño, joder, carajo, a lavarse la cara, hostias'.
Y abro los grifos, lavabos, duchas, retretes,
se desbordan las aguas que él soñaba
en la choza de adobe y paja,
cantan la gloria de la recuperación,
y mi padre navega por las aguas,
le provoco, gritándole desconsolado.
'iPapá!'. 'Mariconadas', me contesta.
'iPapá!'. Maricona... glu, glu,
ahogado, recuperado,
navegante por los canales de oro, vivo ya para siempre.
martes, 3 de marzo de 2009
UN MILLÓN DE ROSAS

¨¨En una parada de autobús pregunté a una muchacha qué camino debía tomar para llegar a la estación de ferrocarril. Le acompañaré, se ofreció. A pesar de que nos encontrábamos en pleno centro, nos hundíamos en el barro hasta los tobillos. El cielo aparecía nublado y nos azotaban ráfagas de viento.
Donietsk es el centro de la cuenca minera de Ucrania; en algunos barrios, montones de carbón y de escoria se acumulan directamente sobre las calles. Un polvo negro se posa sobre las paredes de las casas, formando oscuros tizones, chorreones plomizos y repugnantes costras bruñidas en las fachadas de kilométricas series de bloques de pisos.
¿Le gusta Donietsk?, me preguntó la muchacha en un tono inseguro. La gente es muy sensible hacia esta clase de cosas, les descorazona oír en respuesta una opinión desfavorable. Febril y diligentemente, me puse a buscar los lados buenos de la ciudad, pero por lo visto no había sabido conferir sinceridad a mi voz, pues cuando terminé de hablar, me respondió con un tono lleno de determinación, hasta de altivez: No obstante, en verano, en nuestra ciudad florecen las rosas. Un millón de rosas. ¿Puede usted imaginárselo? ¡Un millón de rosas!¨¨
Ryszard Kapuscinski. El Imperio.












